lunes, 11 de abril de 2016

1:48 a.m. Se proclama la guerra.

No logro explicarme el por qué, pero cada noche, sin poder evitarlo mis sentimientos se ponen a flor de piel de una manera tan inconsciente y automática que me asusta.
Sencillamente incontrolables se merodean por mi alrededor, mofándose de mí, de mi situación. Haciendo que mi pecho poco a poco se oprima, hasta que parece que mi corazón va a estallar. Justo al límite del final vuelven a él, como genio a la lámpara, y cuando vuelve a reflejarse la brillante luna en mis pupilas vuelven a salir de su sangrienta cárcel, torturándome por lo que son, por lo que deberían de llegar a ser e incluso por lo que fueron.
Voces que me culpan de no saber llevar las riendas de las vidas de todos ellos y con ellas, la mía propia. Acusaciones acerca de vandalismo hacia sus hogares de personas ajenas a sus vidas, que destrozaron la ciudad de sentimientos que se esconde tras la débil muralla de mis costillas. Pero el superior no lo piensa así, el gran órgano coherente, con mayor poder en este país de carne, afirma con sensatez no arrepentirse de ninguna de las guerras que ha sufrido este cuerpo y tampoco de los daños que estas pudieron ocasionar por difíciles que fueron de reparar e incluso los que todavía no se repararon.
Este enfrentamiento entre ambos causa el mal estar de todas las emociones y pensamientos que habitan en ellos, cada uno de acuerdo con sus respectivos superiores. Este conflicto que afecta al estado de los terreros que rodean a las dos potencias, produciendo así su propia destrucción, degradando cada día más las carnes que protegen sus cimientos y desgastando así, por cada minuto que transcurre, los pilares que lo sostienen todo, de resistir cada día más fuerza, intentando que me rinda a mitad de esta lucha conmigo misma.

domingo, 10 de abril de 2016

Ciegos

Ahora que vuelves, no del todo como antes, pero vuelves, todo va como debe ir. 
En mi cabeza ya no resuena tu nombre al pensar en cualquier manera de hacerte volver.
Porque has vuelto, y el vacío de mi pecho se ha llenado con ello al completo.
Has vuelto y ahora sé que eres tú, todo lo que necesito y he necesitado, porque no hay persona en el mundo que encaje de tal manera conmigo.
Lo queramos o no, nuestra historia siempre va a estar grabada a fuego en nuestras cabezas y si me arriesgo podría decirse que incluso en nuestros corazones. 
Lo queramos o no, siempre va a haber chispas entre nosotros, conexión, atracción... o como sea que quieras llamarlo. Pero ambos estamos tan ciegos, mi amor, que ninguno jamás se dará cuenta de la falta que mutuamente nos hacemos. Aunque nuestros corazones lo griten mil veces al día y hagan que todos los kilómetros entre nosotros se destruyan, creando así un mundo en el que estemos tan solo tú y yo, nuestros cerebros siempre tendrán miedo. Miedo a que, como los ilusos que somos, volvamos a hacernos daño, completamente ciegos, apuñalando a diestro y siniestro nuestros indefensos cuerpos controlados por el amor. Por el primer amor. aquel que jamás olvidaremos y nunca sabremos como recuperar, porque ambos jamás veremos la verdadera falta que nos hacemos.

jueves, 7 de abril de 2016

Todavía perdida.

Perdida, en los lunares que decoran tu rostro, y acaban desembocando en tu cuello.
Perdida, porque no recuerdo con certeza la calle donde se quedó nuestro amor. 
Perdida, al no volver a ver la luna llena reflejada en tu pelo.
Perdida, por no saber dormir envuelta en unas sabanas que no lleven tu olor.