lunes, 3 de julio de 2017

Flechazo literario.

Estaba rebuscando en mis documentos para encontrar algo que subir y he encontrado este pequeño relato que nos pidió la profesora de literatura hace un tiempo. Consistía en escribir sobre el libro que más nos había marcado en nuestra infancia o adolescencia, y claramente, no podía ser sobre otro que sobre mi verdadero amor, sobre "El guardián entre el centeno", del que podía tratar este texto. Aquí os lo dejo:

Verdaderamente a la hora de escribir un artículo sobre el libro de mi infancia que más me marcó, no tenía ni la más remota idea del tema en el que iba a centrar esta redacción. Pero recapacitando sobre ello, llegué a la conclusión de que, no importaba realmente cuándo hubiera descubierto el libro que marcó mi vida, sino la sinceridad con la que podía hablar de él y de cómo afectó a mi vida, sin importar la edad con la que llegó a mis manos el que fue, sigue y seguirá siendo mi libro favorito de todos los tiempos.
Mucho antes de leerlo, ya había oído hablar de él, ya me había llamado la atención. Recuerdo como si fuese  ayer cuando una chica del instituto lo tenía en sus manos, un ejemplar perteneciente a  la biblioteca, pero que adoraba tanto que se sabía su comienzo de memoria. La chica citaba al autor en el comienzo de su obra, “El guardián entre el centeno”, con la ayuda de su memoria y aquello quedó, por alguna razón, grabado en mí. Tiempo después lo pusieron como lectura obligatoria en clase. El libro de Salinger estaba entre las distintas opciones y sin dudarlo, lo elegí al momento.
No tardé nada en ir a comprarlo a mi librería favorita y en cuanto lo tuve en mis manos, me pareció sencillamente precioso. La portada era simple, el nombre de la obra y el del autor. El fondo blanco y las letras en negro y dorado. Aún sin leerlo, ya me encantaba, a pesar de las críticas que había recibido de este: Me dijeron que se hacía eterno de leer, que quizá no era aún para mi edad, que me costaría entenderlo…
 Y cómo se equivocaron todas aquellas palabras. Desde el instante en el que empecé, no pude parar de leerlo. Lo llevaba conmigo a todas partes, me parecían una auténtica obra de arte todas y cada una de las frases que iba leyendo. Le tenía un cariño inmenso a unos pedazos de papel escritos. No lograba entender cómo existía gente que no adorase tal maravilla. Era incluso como leerme a mí misma, estaba absolutamente identificada con las palabras de Salinger e incluso enamorada del personaje literario, Holden Caulfield. He llegado a releerlo tres o cuatro veces y siempre está al lado de mi cama, por si necesito adentrarme en la vida del protagonista una vez más al caer la noche. Por la situación que vivía en aquella época, me hizo encontrarme a mí misma, me hizo emocionarme y me hizo amar la lectura mucho más de lo que lo hacía. Me atrevo a decir que incluso me hizo madurar.
Por suerte o por desgracia, yo no hacía mucho que había descubierto mi pasión por leer y escribir cuando leí  “El guardián entre el centeno”. Pero supongo que fue en el momento exacto y adecuado para que llegase a mi vida y me inspirara y me marcara tanto. Pero lo que me parece asombroso es, que por mucho que pase el tiempo, todavía lo siga haciendo, como la primera vez.
Os cuento un poco de esta obra de arte literario, del magnífico J. D. Salinger. Una historia que fue Best- Seller y que nunca se llevó a la gran pantalla. Pero que en mi opinión, aquella idea habría sido imposible a la hora de interpretarla por la complejidad y la riqueza que contiene la obra. Y así se hubiera afirmado lo típico de que los libros siempre son mejores que las películas de estos.
Nadie podría contar mejor la historia que el propio Salinger en la piel del joven Holden Caulfield. Que a sus dieciséis años está más perdido que nunca y sufre todo lo que le puede pasar a su edad como adolescente. Pero él es un mundo distinto a los demás, su mente es compleja, los cientos de pensamientos distintos que rondan por ella y lo especial que lo hacen ser. No hablaré de la trama del libro y su argumento en sí porque lo que más me apetece destacar y te marca es la personalidad del chico, cómo te identificas con él por el simple hecho de ser también un adolescente y vivir día a día situaciones como las suyas. Seguir las decisiones que él toma a lo largo de la historia, sus errores y sus aciertos, sus sueños y la esperanza que le queda por poder sentirse feliz algún día.
Phoebe, su hermana pequeña, es a quién consideraría el segundo personaje más importante, ya que siempre está presente en la mente de Holden  y aunque sea pequeña, es capaz de enseñarle mucho y guiar a su hermano, es ese alguien al que todos apreciamos tanto en nuestra vida, que incluso sin darse cuenta nos da auténticas lecciones.
Holden, que vive entre la indecisión y el recuerdo, que está más que perdido en su propia vida y solo desea ser autosuficiente y valerse por sí mismo de una vez, como la mayoría de los adolescentes desean hoy en día. Trata toda la historia de ser o parecer lo suficiente mayor, hasta por su aspecto, que le ayuda. Pero lo realmente importante de todo esto es que se encuentra a sí mismo. Y seguro que ha hecho que miles de personas más se encuentren a ellas mismas en el momento más perdido de sus vidas, como hizo conmigo y como aún me sigue haciendo de guía muchas veces.

Solo puedo estar agradecida eternamente al autor, por hacer de sus palabras algo tan mágico. Por crear algo que jamás cambiará a pesar de los años que se le sumen a la historia. Y es que él es el auténtico “guardián entre el centeno”, salvando a sus lectores.

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