martes, 27 de septiembre de 2016

Innombrable.

Tu nombre aun merodea vagamente por los laberintos de mi mente, cogido de la mano de los recuerdos. Los recuerdos buenos, por supuesto. Y de vez en cuando a estos les siguen las débiles esperanzas que unos días toman fuerza sin razón alguna y otros, simplemente, desaparecen por completo. Todo esto junto con el futuro que no fue, con los momentos que nos faltaron, con el mayor dolor de mi alma, solían quitarme el sueño. O colarse en ellos.

Pero ahora, tan solo hay un nombre, el nombre de unos ojos, de la mirada más bonita que he contemplado jamás. Un nombre que incluye todo lo bueno y todo lo malo de ti, todo lo que me gustaba y todo lo que no. El nombre, de la persona, que marca un antes y un después en mí, en mi vida.

Unas cuantas letras que recuerdo de vez en cuando, si salen a flote los recuerdos. Pero que se quedan ahí, en la cárcel de mi mente. Porque mi cuerpo no es capaz de llevar acabo la acción de pronunciarlas. Porque su sonido duele, y vuelve a doler si lo oigo. Abriendo así de nuevo las heridas que no quieren más que cicatrizar de una vez. Que quieren y no lo llegan a conseguir del todo, porque si oyen tu nombre, sangran, duelen. Si se cruzan con tu mirada, cuando menos lo esperan, sangran, duelen.

Y es que la que fue la cura a todos mis miedos, a toda mi tristeza. Es ahora la que lo torna todo del revés y me hace tener miedo de perderte, cuando realmente lo hice hace mucho. Así que supongo, que solo tengo miedo, a no volverte a verte, que es lo único que me queda, porque aunque sufra, me alegra saber que de vez en cuando vuelves por unos momentos y vuelvo a verte y vuelvo a recordar como de viva me sentía cuando estábamos frente a frente, cara a cara, cuerpo con cuerpo, con la mirada del hombre cuyo nombre no puedo si quiera pronunciar. Pero tampoco puedo olvidar, lo que te convierte en innombrable, aunque mi corazón quiera gritarlo y que me explote el pecho de lo mucho de ti que aun guarda dentro.






Una vez más, vuelvo a escribirte, otras de las muchas palabras que jamás llegaste ni llegarás a escuchar, que se convierten en innombrables y este es el único modo de que no desaparezcan del todo.

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